martes, 4 de febrero de 2014

El Colegio de Médicos de Madrid toca fondo

Cuando a principios del siglo XXI, la Organización de Naciones Unidas fijó unos objetivos para el milenio en materia de derechos humanos y de bienestar social, los países más desarrollados no se podían plantear que una crisis económica mundial no solo iba a paralizar esos objetivos para los países menos favorecidos, sino que iba a hacer que, en sociedades más acomodadas, empezase a aparecer la sombra de la falta de recursos y la consiguiente pérdida de logros sociales en materia sociosanitaria, ademas de la exclusión social de poblaciones menos favorecidas en esos países.

Los grandes pensadores y las tendencias de opinión pasaron a ser refugio del pensamiento humanístico frente al virus del poder económico y su influencia en todas las facetas del desarrollo social, desde la salud hasta la educación pasando por la justicia, los derechos humanos y la solidaridad internacional.

Consecuencia de este entorno y mientras en Madrid un grupo de médicos y facultativos se replanteaban su papel en la sociedad actual y su liderazgo en las políticas de salud,  una brusca vuelta de tuerca de la política de la administración con un retroceso en la recién lograda universalidad de la atención sanitaria, más un férreo control de los intereses empresariales sobre los "albañiles" del cambio, generaban un nuevo mapa de la sanidad madrileña y de los órganos que actuaban en ella.

Poco antes, a mediados del año 2012, el Colegio de Médicos de Madrid estrenaba  Junta de Gobierno después de un largo periodo de mandato de 12 años, produciéndose un recambio total de sus componentes. Esta junta venía sostenida por los intereses empresariales que históricamente han girado en torno a esta corporación, cuyos fines fundamentales no deben ser ni el ánimo de lucro ni los beneficios propios, sino el servicio a la sociedad basado en un alto componente vocacional. Pues bien, los miembros de esta nueva Junta Directiva, sin una idea clara de cómo debe ser un Colegio en el siglo XXI, de cómo debería orientarse la Medicina como servicio en una sociedad informada, exigente y crítica, ni de cómo debería plantearse una Corporación de casi 40.000 miembros desde el punto de vista científico, humanístico y profesional, irrumpe con una presencia tibia, poco clara y vacilante en la sociedad, sin un posicionamiento en los temas más importantes y acuciantes de la actualidad sanitaria y profesional y con unos cambios de gestión más que cuestionables,


En el momento actual, la presión ejercida por la empresa que controla el Colegio  y los intereses personales de algunos de los miembros de la Junta Directiva y de sus valedores, ha degenerado en una situación de enfrentamiento entre personas, denuncias ante altas instancias con la consiguiente  intervención de la Asamblea de la Organización Médica Colegial, interrupciones de procesos electorales de compromisarios, desacreditación pública de la Presidenta del Colegio, contenciosos entre colegiados con los miembros de la Junta, intervención de una empresa concesionaria en asuntos colegiales tan importantes como las modificaciones
estatutarias, alegatos de algunos colegiados contra la Presidenta escritos en los despachos de esas empresas con relaciones contractuales con la institución; pagos de dinero difíciles de justificar con procedencia desde fuera del Colegio en unos casos y hacia fuera en otros; conflictividad laboral por presuntas malas relaciones de miembros de la Junta Directiva con los trabajadores; despidos improcedentes con un alto coste económico para las arcas del Colegio; contrataciones y nuevos despidos de trabajadores porque no siguen las directrices marcadas desde el exterior. 
En fin, algo que jamás se podría haber imaginado en una Corporación de Derecho Público, que cuenta con una vida centenaria,  Ilustre por derecho propio y  representativa de una noble
profesión.
Para colmo de males, ante la debilidad institucional, todo tipo de aves de rapiña se arremolinan alrededor de los personajes de este esperpento. Unos para alimentarse de los despojos de lo que va quedando y otros para hacer su futuro nido con las ramas que van cayendo del árbol podrido. Desde antiguos candidatos a la Junta Directiva hasta empresarios que lanzan sus cañas donde intuyen que hay buena pesca, sin olvidar al mundo de los políticos que siempre aparecen en forma de lobos con piel de cordero para atraer a los colectivos hacia sus propios intereses.

En esas mismas elecciones de 2012, un grupo de médicos con un programa serio, sensato, realista y factible presentó una candidatura a esa misma Junta Directiva del Colegio de Madrid.
Muchos teníamos un amplio camino recorrido en la dirección de asociaciones, sociedades, fundaciones y en la representación y liderazgo de entidades de relevancia en el movimiento asociativo, humanístico, cultural y, sobre todo, científico- médico.
Solo un puñado de votos de los poco participantes en las elecciones  privó a los Médicos de Madrid de la posibilidad de afrontar la grave crisis médica e institucional actual con unas garantías de seriedad, compromiso y profesionalidad

Han pasado 20 meses desde que presentamos nuestra candidatura a las elecciones generales del Colegio de Médicos de Madrid con la idea de dar un sentido y contenido a una Corporación como nuestro Colegio para afrontar los problemas y los retos de la Medicina del siglo XXI.
Este periodo ha sido suficiente para ver que la deriva que ha llevado la Junta Directiva y por ende el Colegio, ha sido lamentable.
En un momento en el que la institución  tenía que haber dado un paso adelante en defensa de los intereses profesionales, del papel de los médicos como verdaderos gestores de la sanidad y como defensores de la Sanidad Pública, de la excelencia del servicio ofrecido a los ciudadanos desde todas las facetas profesionales, tanto pública como privada y que tenía que haberse constituído en un Colegio garante  de la competencia profesional sirviendo de paraguas bajo el que cobijar a toda la Comunidad Científica Médica; en ese momento, nuestra Corporación toca fondo en todos los aspectos institucionales y de representación.

Es por tanto el momento de preguntarse, si habiendo sido los médicos y resto de profesionales de la Sanidad Pública la mecha que ha prendido la conciencia ciudadana , el motor que ha movilizado a la población a manifestarse y el timón  que ha llevado a los tribunales las cuestiones más básicas sobre derechos fundamentales en materia de Salud, ¿no nos corresponde también a los médicos responsabilizarnos de nuestro Colegio y volver las miradas hacia él con el mismo fin de limpiarlo, dignificarlo y reorientar su rumbo ?

Casualmente, mientras se escribían estas líneas, sale a la luz, a través de la prensa, una iniciativa de un variado grupo de Médicos, de expulsar de nuestro Colegio a los cuervos que de él viven y censurar la gestión del grupo que hace de delegados en esa Junta Directiva.
Una moción de censura a las prácticas de parte de esa Junta y una convocatoria de elecciones generales, así como una reforma estatutaria profunda que permita una mayor participación del colegiado tanto en los procesos electorales como en las actividades colegiales.

Estas acciones podrían poner una primera piedra en la reconstrucción del Ilustre Colegio Oficial de Médicos de Madrid en un momento en el que los profesionales sanitarios y, sobre todo los Médicos, hemos demostrado nuestra implicación y nuestra capacidad de movilización. Es también el tiempo de recuperar nuestra máxima institución de representación. 

Si con la firma y posterior decisión en la Asamblea de los Compromisarios que nos representan ante la Junta Directiva conseguimos poner en marcha el cambio necesario que todos reclamamos, habremos mantenido el mismo espíritu que, durante meses ha sido portada de los medios de información de todo el mundo y motivo de aliento para otros colectivos igualmente vilipendiados.

Miguel Angel Sánchez Chillón
Médico de Madrid

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