Transcribimos las carta de Pedro González León, neurocirujano del Hospital Universitario Doce de Octubre de Madrid y que refleja el sentir de muchos profesionales
He retrasado hasta hoy
escribir en este apartado porque, a mi juicio, es el más difícil de plasmar. De
hecho estoy escribiendo ahora porque no confío en que alguien lea esto y sólo
tengo que enfrentarme a la pantalla
Lo primero que uno
aprende en esta profesión es que no se trabaja de médico, eres médico en un
sentido literal y profundo. No dejas de trabajar aunque estés en casa, sigues
siendo médico de tu familia, amigos y recomendados, tienes que estudiar toda tu
vida, te llevas a casa las preocupaciones de esos pacientes que no tienes muy
claro que tienen o cómo puedes curarlos... Dicen que los médicos vivimos menos que
el resto de la población y estoy convencido de que esta no es una vida muy
sana, pero amo profundamente esta profesión y no creo que haya dinero en el
mundo para pagar a un buen médico.
Hace 18 años que
empecé a sentirme médico en el mismo hospital en el que ahora trabajo. Comencé
la residencia en un Servicio con auténtica vocación de "servicio".
Todos creíamos en que ser médico conllevaba un espíritu de servicio a los
pacientes, a la docencia y a la investigación. Trabajaba 12 horas diaria, no
libraba las guardias y mis ratos libres los dividía entre el estudio y la
diversión (estaba en los veintitantos). Era muy difícil sacar el MIR, estudiabas
como un energúmeno y, a veces, conseguías la plaza que querías en el hospital
que querías. A cambio, cuando terminabas, podías conseguir trabajo con cierta
facilidad y te hacían un contrato mínimamente decente. Muchas veces, al volver a casa durante la residencia, agotado hasta la
extenuación, me dije que merecía la pena, sentía que el hospital era mi casa,
que el Servicio era parte de mi familia, y que luchaba por unos pacientes que
eran míos, aunque no tuviera todas las tecnologías puntera ni los medios más
modernos.
Mucho antes de que
viniera la crisis vinieron los políticos, las trasferencias de sanidad y los
burócratas. Dijeron que no éramos eficientes, qué había que medirlo todo,
mejorarlo todo, disminuir las estancias medias, hacer juntas de compras, más
informes y contrainformes. La solución a todo era la centralización. La Consejería
daría las órdenes a los gerentes, los gerentes a los jefes de Servicio y éstos
a nosotros para que pudiéramos atender a los pacientes y mejorar la eficiencia
del sistema. La burocracia aumentó (de hecho aumentaron los burócratas), la
rigidez de la centralización nos hizo más ineficientes y, lo peor, es que
transformaron gran parte de la labor médica en pura burocracia (ineficiente).
Como los políticos y
burócratas no eran médicos, se les ocurrió la brillante idea de transformar el
sistema sanitario en un sistema de producción o en una empresa de servicios. En
ese momento, los médicos pasamos a ser meros "proveedores de servicios
médicos" y los pacientes a ser "clientes", "usuarios de
servicios sanitarios" o "usuario-cliente". Quizás nadie pensó
que la relación médico-paciente era demasiado especial para incluirla en dicha
categoría, que el paciente se encuentra en una situación especial y distinta a
la de un usuario y que el médico no puede actuar como un simple proveedor
deservicios porque es "mucho más". La única consecuencia real de esta
idea fue negativa, algunos pacientes o "usuarios" confundieron el derecho
a asistencia con el derecho a la salud y exigían al médico como si todo
estuviera permitido en la barra libre de la sanidad. Incluso cuando intentabas
explicar a un paciente que tal prueba no estaba indicada, te podías ver forzado
a indicarla porque había reclamado a instancias superiores. Esta idea del
"usuario satisfecho" que exige lo que a su juicio es necesario para
que le curen, ha desplazado al médico de la toma de decisiones y de una parte
central de la relación médico-paciente. Cada vez se hace más difícil ser médico
.
Como la Sanidad ha
sido y sigue siendo en nuestro país un problema más político que sanitario, se
promete a cada español tener un hospital al lado de casa, un cirujano cardiaco,
un neurocirujano, un centro de transplante no en su provincia, sino en su
ciudad o en su barrio. Daba igual si estaban todos estos médicos bien
preparados, si el gasto sería excesivo si no había planificación. Eran tiempos
de bonanza económica y había que hacer más hospitales (no tuvieron tanto afán
con los centros de rehabilitación, residencias de ancianos u hospitales de crónicos).
Además teníamos que tener muchos más médicos, más especialistas, sin
planificación sanitaria ni control de recursos. El número de MIR aumentó, no
era preciso pasar una adecuada auditoría docente, no había que prever si
podríamos contratarles después, sólo había que aumentar el número de
residentes. De hecho constituían una buena solución para todo, había que
contratar menos especialistas porque parte del trabajo lo hacen ellos y con un
salario menor y cuando terminen, si son más de los necesarios, los mantenemos
en una bolsa de paro con lo que bajamos más los sueldos de los médicos en las empresas
y aseguradoras médicas privadas y podemos contratarlos en la pública con
contratos precarios, absurdos, haciendo guardias cuando trabajan a jornada
completa. Cualquier cosa valía.
Finalmente llega la
crisis y hemos gastado en este país tanto en tantas cosas, se ha enriquecido
tanta gente (sobre todo especulando, no produciendo nada concreto) y se ha
gestionado tan mal, que no hay dinero para nada. Así que es hora de hacer
recortes, de gastar menos y de prisa. Con tanta rapidez sólo se nos ocurre
rebajar los sueldos, quitar personal médico, recortar prestaciones... Pero es
esta la solución?
Hoy en día es difícil
ser médico en este país. De hecho, las cifras deparo para muchas especialidades
se multiplicarán en los próximos años(no se piensan cubrir las bajas y
jubilaciones y no van a hacer más centros sanitarios), pero nadie piensa en
disminuir drásticamente el número de residentes ni de estudiantes de medicina.
Algunas especialidades llegarán fácilmente a cifras superiores al 50%. A los residentes
que ahora empiezan les recomiendo que aprendan un par de idiomas para la
eventualidad de irse a trabajar a otros países, pero aún así formarlos es muy caro
para un país en una crisis tan profunda. Además no podemos perder este capital
humano, personas inteligentes, trabajadoras y capaces, qué dolor!!
Es una crisis, sí,
pero también es una crisis de valores y debemos aprender para cambiar tantas
cosas. No quiero decir a mis hijos que lo que tienen que hacer en la vida es
tener un carnet de un partido o un sindicato, no quiero decirles que lo bueno
es especular, defraudar a hacienda y que, aunque estafen, si es mucho dinero no
irán a la cárcel. Quiero poder decirles como me dijo a mí mi padre, que estudien,
que tengan una carrera, que sean médicos, aunque los problemas de sus pacientes
no les dejen descansar. Hoy en día esto nos posible en nuestro país.
Las crisis son duras,
pero pueden ser buenas oportunidades para cambiar. Creo que tenemos que cambiar
muchas cosas y una de estas es el papel del médico en la sociedad y en el
sistema sanitario español. Podemos dejar que hagan todos estos recortes, que
los hagan personas que no saben lo que es un paciente, una consulta o un
bisturí, que destrocen todo esto que nos ha costado tanto conseguir al intentar
salvarlo a su manera, o podemos levantarnos y dar un paso adelante. Es el
momento para que los médicos que no hemos hablado hasta ahora lo hagamos de una
forma seria, contundente y que volvamos a ser lo que siempre tuvimos que ser:
médicos.