Son muchos los colegas médicos de Madrid que nos preguntan por qué seguimos peleando por el colegio; hay quien lo atribuye al ansia de "poder" o de estar "bien situado". Como hay de todo, no ha faltado quien desde el mismo colegio o desde la prensa del ramo, nos acusa de "malos perdedores" de las pasadas elecciones y por tanto revanchistas a los que mueve la inteción de quitar a los actuales para poder entrar nosotros...
Es evidente que el pensamiento es libre y su verbalización también. Sin embargo y precisamente por éso, no nos queremos quedar con las ganas de contar cuáles son los verdaderos motivos para continuar aquí, a pesar de críticas, difamaciones, ataques en prensa etc
Se podrían resumir en: confianza plena en que esta institución debe ser la que cohesione a la profesión en un proyecto común, libre de humos empresariales o intereses económicos. Imaginamos un Colegio de Médicos que sirva de unión a todos los colegas, sindicados o no, privados o públicos, jubilados o recién colegiados... por la defensa de la profesión médica
Miguel Angel Sánchez Chillón, vocal de Atención Primaria del ICOMEM en la legislatura 2008-2012 conoce el colegio desde dentro, ha vivido y presenciado situaciones insólitas que reflejan el auténtico poder que controla y domina la institución. Como médico comprometido y consciente de lo que podría llegar a ser el Colegio para los Médicos (con mayúsculas) de Madrid decide contarlo porque si algo tenemos claro es que lo que se necesita en estos momentos es que los colegas conozcan las situación del Colegio.
Intentamos ser objetivos y contar los hechos como se han ido desarrollando. Luego, que cada cual juzgue y decida. Pero la información es imprescindible
CAPITULO I
En la mañana del 14 de febrero del 2014 y coincidiendo con una previsiblemente convulsa Asamblea de Compromisarios del Colegio de Médicos de Madrid, una revista digital de las de “medio pelo” publica uno de sus muchos artículos destinados a calumniar, mentir y desinformar sobre el entorno colegial, sobre algunas personas relacionadas con él y, en este caso, sobre mi persona y otros colegiados.
Normalmente estos artículos son firmados con un seudónimo ya que dado el carácter tendencioso y falso de lo que dicen debe ser más conveniente permanecer en la clandestinidad; sin embargo, ése día, el artículo lo firma un tal Julio González Iglesias, médico colegiado en Madrid, muy conocido por pertenecer al entorno de la familia Núñez, dueña de la correduría de seguros que tiene contrato de servicios con el Colegio y que quita y pone Presidentes y Juntas Directivas desde hace muchos años.
Normalmente estos artículos son firmados con un seudónimo ya que dado el carácter tendencioso y falso de lo que dicen debe ser más conveniente permanecer en la clandestinidad; sin embargo, ése día, el artículo lo firma un tal Julio González Iglesias, médico colegiado en Madrid, muy conocido por pertenecer al entorno de la familia Núñez, dueña de la correduría de seguros que tiene contrato de servicios con el Colegio y que quita y pone Presidentes y Juntas Directivas desde hace muchos años.
Dadas las graves acusaciones que en dicho artículo se vierten sobre los mencionados, pensé que, o bien por su avanzada edad no debía temer condenas por sus injurias o bien, por ese mismo motivo, no era consciente de lo que decía o, más probablemente, sus deudas con la familia Núñez y el fanatismo que conlleva el compartir aventuras místico-religiosas en logias ultracatolicas, le permitía inmolarse por defender los intereses empresariales de su amigo y “hermano” Núñez.
Así que mientras dejaba en manos de los letrados las acciones a tomar sobre la citada publicación y el firmante, me decidí a empezar a contar a los médicos de Madrid como llegué a ser blanco de las iras de todo este entramado que lleva metido en nuestro Colegio desde hace ya demasiado tiempo.
Cuando en abril de 2008, la Presidente del Colegio, Juliana Fariña, me llamó para formar parte de su candidatura como vocal de Atención Primaria (AP) en las inminentes elecciones de mayo de ese año, yo no tenía ninguna relación con la vida colegial y mi postura era, como la mayoría, muy crítica sobre la institución y su utilidad. Tras una larga entrevista y tras exponer cuál era mi visión -que podía no coincidir con su programa- me tomé unos días de reflexión y consultas y decidí que si quería mejorar algo tenía que ser desde dentro. Quedaba atrás un largo periplo de mi vida dedicado a la cooperación y a sus órganos de gobierno; se planteaba un cambio a una faceta distinta de la profesión.
En ese mismo mes de abril y ante la necesidad de recoger a tiempo los datos para inscribirme como candidato, aparece en mi consulta del Centro de Salud Gandhi, Gabriel Núñez que, aunque se presentó, no lo identifiqué como alguien ajeno al Colegio sino más bien una especie de trabajador del mismo. Días más tarde sabría que era el dueño/presidente de Uniteco Profesional, la correduría que estaba financiando la campaña de la candidatura de Juliana Fariña y actor principal en esta tenebrosa historia.
Durante los 30 días que duró la campaña aproximadamente, bastante tuve con conocer al resto de mis compañeros de candidatura y aprender algunos datos mínimos como para preocuparme o enterarme de cómo se estaba organizando esa maquinaria electoral. Sí recuerdo que me llamó especialmente la atención la forma en que se paseaban por el Colegio el señor Núñez y uno de sus muchos hijos, Gabriel Jesús, así como la prepotencia con que trataba este último a los trabajadores e incluso a los candidatos.
Creo que el sentimiento que me generó debió ser visible porque desde ese mayo del 2008 hasta estos días, se pueden contar con los dedos de una mano las veces que hemos vuelto a estar cara a cara los señores Núñez y yo. Y oportunidades ha habido muchas. “Yo puedo mandar un SMS ahora mismo a todos los médicos de Madrid y también, el mismo día de las elecciones, recordarles que vayan a votar porque tengo una base de datos y un operativo capaz de hacer eso en cualquier momento” se jactó con una pose chulesca el hijo de Nuñez, Gabriel Jesus.
Mientras tanto y aproximadamente una semana antes de las elecciones nos enseñaron un díptico que no era como los que se estaban repartiendo hasta ese momento dentro de la campaña electoral. En ese papel aparecían, además de los miembros de la candidatura de J. Fariña, una serie de médicos, debajo de cuya foto ponía: “Vicepresidente de Vocalía”. Tuvimos algún conflicto durante esos días para conseguir retirar los dípticos y aunque lo conseguimos, estos médicos volverán a aparecer a lo largo de esta historia.
El mismo día de la elecciones, yo estaba de interventor de nuestra candidatura en el Hospital Ramón y Cajal pasando un agradable día rodeado de médicos cuando, a otro miembro de la candidatura y a mi, nos comunican por teléfono que se estaban produciendo problemas en el Hospital de La Paz y en el Hospital de La Princesa con los interventores de la candidatura de Fariña y trabajadores de Uniteco. Cogí mi coche y, mientras mi compañero se iba a La Paz, me fui hacia el Hospital de la Princesa. Ya en los pasillos puede ver a trabajadores de Uniteco repartiendo propaganda de Fariña antes de entrar en la sala de votación y, al interventor de nuestra candidatura (un médico al que nunca había visto) en claro conflicto con el resto de interventores de otras candidaturas. Exigí a los trabajadores de Uniteco que dejaran de repartir propaganda de Juliana Fariña y que se fueran del Hospital y tras pedir disculpas a los compañeros de otras candidaturas por la manipulaciones de “nuestro” interventor, le pedí que se marchara de allí que yo ocuparía su lugar. Eso me dio oportunidad de conocer una maniobra mas de esta gente. De ese día mantengo una buena relación con los candidatos de las otras concurrentes y de ello pueden dar fe.
Todas estas cosas tan extrañas hicieron que, cuando el día siguiente a las elecciones y tras leer un titular de un periódico sanitario que decía “UNITECO GANA LAS ELECCIONES AL COLEGIO DE MÉDICOS DE MADRID”, me plantease si estaba en el bando equivocado.
Transcurrieron dos años en los que al no tener acceso a información sensible, me limité a cumplir con mis funciones de vocal de Atención Primaria (AP) con no poca oposición por parte de la Junta Directiva, en parte propiciada por la dependencia que el Colegio tenía de la Consejería de Sanidad de Madrid y con la cual los médicos teníamos un conflicto por la implantación del Área Única de Salud, además de los problemas propios del devenir diario
Comencé a ser testigo de algunos acontecimientos que me iban confirmando que en nuestro Colegio pasaban cosas muy poco claras. Una noche fui convocado por teléfono para un Pleno de Junta Directiva (JD) para nombrar a los “Vicepresidentes de Vocalía”. Cuando pregunté quién era la persona que me llamaba para convocarme de forma tan irregular a esa Junta Directiva, mi interlocutora se identificó como la secretaría de la Comisión Científica que presidía Melchor Álvarez de Mon (Ana Zabaleta, casualmente con contrato en el colegio desde que ganan las elecciones los actuales en el 2012); el número de teléfono no correspondía al Colegio y sí a la sede de esta Comisión Científica, ubicada en la calle Pez Volador de Madrid, donde tiene su sede Uniteco Profesional. Tras contrastar con el resto de los miembros de la Junta Directiva la irregularidad de la convocatoria y con ese punto tan extraño de nombramientos de “Vicepresidentes de Vocalía”, decidimos no asistir y hacer caso omiso a dicha convocatoria. La Presidente Fariña no supo o no pudo darnos una explicación convincente y como no trascendió a más y el estado de salud de la Presidente no lo recomendaba, no insistimos y el episodio quedó olvidado por el momento.
Otros asuntos dignos de mención eran las continuas discusiones que el Vicesecretario, persona tenaz, honrada y comprometida, tenía con el entorno de la empresa de seguros en las reuniones de la Comisión Permanente de la JD, al defender los intereses colegiales por encima de los empresariales. “Yo a los Médicos los controlo como quiero” le decía Núñez ; esto nos soliviantaba más y nos estimulaba todavía más a no dejar que Uniteco campase por el Colegio como por su casa. Esa era nuestra casa, la de los médicos, y era insultante ver a sujetos tan burdos jactarse de sus manejos .
En octubre de 2010 y tras un penoso período de deterioro, Juliana Fariña es dada de baja laboral por enfermedad hasta agosto de 2011. Fue casi un año el que tardó en incorporarse a la vida colegial y laboral, siendo dada de alta el 1 de septiembre de 2011.
En ese periodo de casi un año, el devenir del Colegio sufre un cambio importante porque las reuniones de su Junta Directiva, sin la Presidente Fariña, se vuelven más ejecutivas, más dinámicas, más transparentes y más democráticas. Y en ese contexto comienzo a tener conocimiento de los verdaderos asuntos y negocios que hay tras esa imagen de vida colegial normal; toda esa información nos impulsa a mantener una firme oposición a permitir que el Colegio, una "empresa" que mueve un capital mínimo de 8 millones de euros al año, que dicta la norma deontológica y profesional de casi 40.000 médicos y que representa una corporación de derecho público de máximo prestigio fuese “parasitada” por una empresa familiar con ánimo de lucro y con tentáculos suficientes para manipular, manejar y comprar a su antojo a no pocos médicos dejando a todo el colectivo bajo la sospecha de la indolencia y de la falta de compromiso
Sobre toda esta información obtenida desde dentro del colegio versará el siguiente capítulo